23 de septiembre de 2010
[fusion_builder_container hundred_percent=»yes» overflow=»visible»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»no» center_content=»no» min_height=»none»]
Erg Chebbi – Merzouga
Dormir bajo la luz de la luna y las estrellas y despertarse con los primeros rayos de sol es una auténtica delicia. En el desierto no se oye nada, un silencio que te deja sordo. Nos encaramamos en lo alto de una duna intentando captar aquellos colores que nos ofrecía el amanecer tan poco atractivo fotográficamente. Tras unas fotos, descendimos, desayunamos lo que nos había preparado nuestro guía y abandonamos el campamento como hicimos para llegar, en dromedario. Un dolor de culo, me acompañó durante el viaje de vuelta.
De nuevo llegamos al albergue y cogimos el coche dirección a Khamilia acompañados por Omar y Aica. Khamilia es un pequeño poblado de negros. Visitamos la casa de los Pigmeus du Sable, un grupo de música gnoua muy interesante, inspirador y espiritual. Entre bailes, té y charlas interesantes pasamos parte de la mañana con ellos. Allí conocimos y visitamos algunas escuelas donde también colabora África Nomadar.
La tarde en Merzouga es para refugiarse en el albergue, hace demasiado calor como para salir a la calle a hacer nada. Dormir la siesta, es quizá, la mejor opción. El calor me afecta y me siento algo mareado. Una vez cae el sol, cae la temperatura, con lo que decidimos acercarnos a unas dunas para fotografiarlas. Es casi imposible encontrar una duna intacta. La gran mayoría, o está pisoteadas o tiene hueyas de 4×4 o Quads. Hay que esforzarse en componer algo decentemente. Regresamos al pueblo para cenar y volver al algergue. Allí hay un viaje de estudios con alumnos holandeses. Como en el albergue faltan algunos músicos, terminamos tocando instrumentos de percusión con los dueños. Me sentí como un marroquí más.
PD. La vida es como una vaca: unos días da leche y otro caca.
[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]