30 de septiembre de 2010
Y como todo, todo tiene su final. Último día en Marrakech, que paradojas de la vida acaba igual que empezó nuestro viaje: en la cafetería Glacier.
Desayuno café con leche y un crepe con miel mientras Djemaa arranca con prisa. Coincidimos con unos granadimos que conocimos anoche y mientras se terminaba el café, contábamos nuestras batallitas del viaje. Todavía nos faltaban algunas cosas por ver: El Palacio Bahia y las Tumbas Saidies. El primero muy bonito, el segundo prescindible.
El calor se tornaba insoportable, suspiro por el fresquito de Essaouira. Vuelta para comer, de nuevo para volver a hacerlo en el minúsculo barecillo que lo hicimos hace 2 semanas. El cocinero nos sonríe, parece que se acuerda de nosotros. Todo parece repetirse y es que de muy buen gusto iniciariamos otros 15 días. Siesta en el hotel, la calle arde.
Una breve vuelta por los zocos y a regatear por nuestros souvenirs para la familia. Hay que negociar el precio… lo bueno, es final de la tarde y los comerciantes están ya algo cansados. Cena en la plaza y tertulia con 3 españoles en la terraza del hotel: cada uno con sus vivencias. El país es el mismo pero cada uno lo vivimos de una forma diferente. Mañana sí o sí, volveremos a España. Echamos de menos a los nuestros. Incluso echo de menos a mi maquinilla de afeitar!