Amanece nublado en Taroundant. Apenas son las 6.30 horas cuando nos bajamos a dar una pequeña vuelta y echar unas fotos de la muralla que rodea la ciudad. No hay mucho más. Tras pagar nuestra habitación, ponemos rumbo hacia Agadir con la duda de si quedarnos allí o no. Consultando la guía, Agadir parece una ciudad turística y decidimos pasar de largo para llegar hasta Essaouira animados por los comentarios y textos de nuestras guías.
La carretera vuelve a ser mucho mejor y circular se hace más sencillo. La putada viene a la salida de una rotonda. La policía nos hace el alto y decide multarnos por exceso de velocidad de 70Km/h frente a los 60Km/h que debía tener nuestra vía. 400Dh tienen la culpa, pagamos el pato y seguimos nuestra marcha poniendo mucha más atención a cualquier posible control. El camino entre Agadir y Essaouira está plagado de controles!
Se nos ha cortado un poco el rollo, pero seguimos con las mismas ganas de llegar a Essaouira. Llegamos. La ciudad parece preciosa al primer vistazao, nos recuerda a nuestra vecina Altea. Mucho encanto, mucho misterio y muchos contrastes. Nos choca encontrar gente tan diferente a la que nos hemos ido topando, y es que la ciudad, a su vez tiene un aire «modernete» que es lo que nos engancha. Playa, puerto pesquero, callejuelas… forman un todo bien ordenado y cuadriculado.
Casualidades de la vida, nos encontramos con una pareja de Novelda. El mundo es un pañuelo! Callejeamos, caminamos y cenamos para volver al hotel. Hoy también han habido muchos kilómetros, toca descansar!
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