14 de marzo de 2012
Un fuerte dolor abdominal me impide levantarme de la cama e incluso me provoca episodios de mareos bastante fuertes. Me encuentro realmente mal, algo de lo que tomé ayer no debió sentarme bien. No estoy para irme demasiado lejos y decido tratar de recuperarme descansando en cama. Al fin y al cabo estoy rodeado de estudiantes de medicina y médicos por todas partes.
Unas lentejas con chorizo me devuelven a la vida y tras comer, decido arriesgarme y bajar hacia el centro, hacia el Barrio Moscú de Riga. Un barrio pobre que sirve de residencia a muchos ciudadanos no letones. Se trata de un barrio tranquilo pero según me comentan compañeros letones de mi hermana un tanto peligroso para ir de noche. No me recomendaban ir allí solo. Al menos lo visitaré a plena luz del día y tratando de ocultar mi equipo el mayor tiempo posible. Casas de madera y calles adoquinadas o a medio asfaltar. Sin duda me encanta, pero ir solo me hace capturar más imágenes con mis ojos que con mi cámara.
El viento y el mal tiempo me impide cruzarme con casi nadie y la arquitectura es lo más recurrido para fotografiar. Más tarde había quedado con Karolina, la chica que conocimos ayer y que pese a su timidez conseguimos entablar interesantes conversaciones. Ella piensa como yo sobre la forma de viajar, conocer otras personas y acercarnos a la cultura. Una tarde de charla combinando el inglés y el español y comprando algunos recuerdos para los amigos. Tras despedirnos en la parada del bus fui a buscar a mi hermana para visitar un bar típico letón donde se sirve vino caliente y suena folk letón y bailes populares en directo.
Resulta muy interesante y a la vez extraño ver a los letones bailando y gritando cuando por la calle son tan callados, serios y reservados. Me gusta el cambio, me gusta el vino y el pan con ajo que tomamos. Vuelta a la residencia. Mañana es mi último día en tierras bálticas.